Antes que elaborar una definición de diccionario, la mejor forma de explicar qué es o para qué sirve la Secretaría Técnica de la URT es por analogía: si el rugby tucumano fuera un cuerpo vivo sería la clínica donde se diagnostican y se analizan las diferentes dolencias que lo afectan, y se proponen tratamientos para erradicarlas.
Vale la explicación porque, a más de un año de su entrada en funcionamiento, son muchos los que todavía no tienen muy en claro de qué se trata, hacia adónde apunta y, en consecuencia, cuál es su importancia. Y lo cierto es que la aparición de esta “clínica” es tan importante como necesaria, ya que nadie puede dudar de que desde hace bastante tiempo el rugby tucumano no goza de buena salud.
Por qué y para qué
Todos los miércoles por la tarde, la Secretaría Técnica se reúne para debatir, intercambiar ideas y elaborar propuestas experimentales destinadas a generar cambios positivos en el rugby local.
“Mejorar el juego es nuestro objetivo principal, pero no el único”, abre la charla Alejandro Molinuevo, titular de una Secretaría que nació como idea a fines de 2015, en reacción a la discreta campaña del seleccionado mayor en el Argentino de ese año, pero que empezó a funcionar efectivamente a fines de 2016. “En el poco tiempo que hubo antes de terminar el año se realizó un taller de diagnóstico para detectar en qué se está fallando y poder corregirlo”, cuenta el ex entrenador de los “Naranjas”, junto a quien trabajan Oscar Prado y Gustavo Agüero.
Entre las conclusiones que se extrajeron del taller, se definió que los principales aspectos sobre los que se debe trabajar son: el nivel de juego, la competencia, la preparación física, el arbitraje y la disciplina.
“Con la cantidad de cosas que había que tratar, nos dimos cuenta de que era necesaria tener una mesa más plural. Por eso le pedimos a la Comisión de Árbitros que designara dos representantes para que nos acompañaran. Ellos son Omar Alcocer y Javier Omodeo. Para la parte de preparación física sumamos al PF Gustavo Sánchez. También tenemos mucha comunicación con Emilio Valdez, quien está a cargo del Centro de Rugby. Lo que nos está faltando un poco es comunicación con los clubes”, comenta “Cacano”. Un tema que merece una nota aparte (ver nota aparte).
A largo plazo
Aclara Agüero que todo lo que propone la Secretaría Técnica es a largo plazo. No obstante, ya es posible ver ciertos cambios. “Este año tuvimos una recuperación importante porque se mejoró la competencia con un torneo más corto y menos desgastante”, resalta.
“Les pedimos a los árbitros que pusieran énfasis en el scrum, para hacerlo más dinámico y penalizar más en lugar de resetearlo. Eso permitió aumentar el tiempo neto de juego y la velocidad de salida de la pelota”, completa Molinuevo.
Árbitros en la mira
Las quejas de los clubes sobre el nivel del arbitraje son de larga data, como también lo es el incumplimiento de esos mismos clubes de presentar un referee o dos aspirantes por cada división competitiva, de tal suerte que hay menos de la mitad de los árbitros que se necesitan. A menor cantidad, menos hay para elegir y el nivel, naturalmente, se resiente.
“También hay ideas ahí. (Daniel) Hourcade propuso que, cada fin de semana, un jugador del plantel superior de un club fuera a dirigir juveniles. (César) ‘Mostaza’ Ponce sugirió que también dirigieran entrenadores de divisiones juveniles, para que sientan en carne propia cómo maltratan a los árbitros. Quién sabe, a lo mejor a alguno le termina interesando el referato. Son ideas no procesadas aún”, comenta Prado.
“Queremos ayudar a mejorar la cantidad y calidad de los árbitros, pero también es difícil que se sumen nuevos aspirantes cuando vas a dirigir un partido de M15 y te insultan de todos lados. ¡De M15!”, se agarra la cabeza Prado, graficando su incredulidad y dando el pie a otro de los males que viene afectando al rugby tucumano: la falta de disciplina.
“Viene de afuera, principalmente. Los más indisciplinados no son los jugadores, sino los hinchas, los entrenadores y los dirigentes que gritan e insultan. A mi club este año le suspendieron la cancha porque insultaron a un línea”, ejemplifica Molinuevo, de Huirapuca.
“El público debería comportarse mejor. Hemos pedido a los árbitros que informen más, y al Tribunal de Disciplina que dicten sanciones más duras porque lamentablemente somos hijos del rigor”, completa Agüero.
Desde que la Secretaría Técnica de la URT clama que sus objetivos son a largo plazo, se desprende que varias de sus medidas apuntan a las divisiones formativas, donde se gesta el futuro del rugby tucumano.
“Para lograr cambios sustanciales es necesario llevar a cabo acciones inmediatas en el rugby superior y otras a largo plazo en las juveniles”, resume Gustavo Agüero una cuestión más espinosa de lo que parece a simple vista.
“En las divisiones juveniles es donde se decide todo. Ahí te entra el veneno del rugby con las convivencias, con los viajes, etcétera. Por eso hay que trabajar mucho en ese aspecto. Hoy a los chicos se les mete en la cabeza que lo más importante es ganar. Y eso no es bueno. El objetivo de las divisiones juveniles es formar jugadores, no equipos campeones”, subraya con rojo Alejandro Molinuevo el problema de base.
Ganar no lo es todo
Es opinión general de los árbitros que los peores partidos para dirigir son, paradójicamente, los de juveniles, que por su finalidad formativa deberían ser más descontracturados. Los gritos, insultos e inclusive agresiones de padres y entrenadores son moneda corriente y generan una atmósfera de tensión que contradice la finalidad formativa y de diversión que debería caracterizar a las juveniles.
A fin de “bajar la espuma”, desde la Secretaría Técnica se elevó una propuesta a la Comisión de Competencias para aumentar a cuatro el número de campeonatos juveniles durante el año, a partir de 2018. “La finalidad es que, si un equipo sale campeón, los otros no se frustren, porque hay dos o tres torneos más en los que pueden competir”, explica Oscar Prado.
“Aparte, al ser más cortos, evitás que el equipo que en la sexta fecha quedó muy lejos, juegue sin motivación el resto del torneo. Termina uno y empieza el siguiente, así todos vuelven a tener las mismas chances. Y de paso le quitás un poco de peso a esa locura por ser campeones”, amplifica el de Universitario.
Por otra parte, las juveniles pueden ser también el campo de experimentación de reglas tendientes a mejorar la calidad del juego. “Por ejemplo, se puede establecer que el penal valga menos puntos, para animarlos a jugar más y que no especulen tanto con las patadas”, continúa Prado.
Agüero hace su aporte al tema: “otro ejemplo sería ampliar el número de cambios, porque hay clubes en los que juega un grupo y los demás miran. Se debe reglamentar para obligar a los clubes a formar jugadores y no equipos”.